domingo, 30 de mayo de 2010

El día que cambien los programas educativos


Una de las lecciones más tristes de la historia es ésta: si se está sometido a un engaño demasiado tiempo, se tiende a rechazar cualquier prueba de que es un engaño. Encontrar la verdad deja de interesarnos. El engaño nos ha engullido. Simplemente, es demasiado doloroso reconocer, incluso ante nosotros mismos, que hemos caído en el engaño. En cuanto se da poder a un charlatán sobre uno mismo, casi nunca se puede recuperar.

Afirmaba Carl Sagan, luego de contar varias interesantes anécdotas en El Mundo y Sus Demonios. El libro que no puede faltar en la biblioteca (y en la mente) de ningún escéptico. Salvando las distancias, se podría decir que es la biblia del escepticismo.

Tampoco es la conclusión más difícil de sacar, como muchos de nosotros hemos podido comprobar. Desde astrólogos que no quieren ver la realidad aunque se la pasen por la cara (y que nunca lo harán por su demostrado desinterés) como Jaime Cañellas Llabrés o Hugo Bonito, hasta muchas personas que dudan y tienen una persistente voluntad de comprobar cosas que han sido totalmente refutadas.

Un gran paso para la humanidad va a ser el día que las escuelas y universidades tengan currículas obligatorias de temas relacionados con el escepticismo: se enseñe a reconocer las falacias lógicas; se explique eficientemente qué es el pensamiento crítico y el pensamiento mágico, y las consecuencias de cada uno; cuál es la importancia de la evidencia para armar una hipótesis; el funcionamiento del método científico; la historia de la ciencia; se enseñe a desarmar problemas y analizarlos lógicamente; promover la curiosidad y el interés por el mundo real que nos rodea.

Mucho de esto viene de la mano del análisis matemático, álgebra y geometría analítica, y otras materias universitarias en carreras relacionadas con la ingeniería y las ciencias exactas. Pero las carreras humanísticas carecen de esto, incluso lo ven como un insulto. Ni hablar de los colegios primarios y secundarios. En estos últimos se dan clases especiales si tienen la suerte de tener algún profesor apasionado, pero no pasa de ahí.
Incluso hay buenos ingenieros o licenciados que no logran extrapolar su estructura lógica de pensamiento más allá de los cálculos numéricos y las ecuaciones, y aplicarla en situaciones cotidianas.

El día que se empiecen a enseñar estas cosas en los jóvenes del mundo. Va a ser el comienzo de un mundo mejor. Mucho más libre de comerciales televisivos engañosos; políticos mentirosos y avaros, y políticos que basan sus decisiones en lo que dicen los astros; casinos que diseñan falsas promesas para robar el acotado sueldo de personas de bajos recursos; compañías que destruyen la naturaleza para ganar algunos papeles de colores más que otras; curanderos que se aprovechan de la desesperación de los enfermos; religiones que prometen paraísos y convencen a sus fieles de cometer estragos; y el resto de los cánceres que tiene la sociedad hoy en día.

Fuente: Alerta Pseudociencias.

0 comentarios: