miércoles, 8 de abril de 2009

Violencia verbal



Mucha gente, especialmente mucha gente muy buena, se ve afectada en mayor o menor grado por lo que dicen los demás. Esto es advertido por la gente, que lamentablemente aprovecha esa circunstancia como modo de dominación, como pequeño ejercicio de poder o con distintos fines, ninguno de los cuales favorece a la persona afectada, reducida entonces a la condición de víctima.
Pero es una víctima voluntaria.
Sé que no es fácil de aplicar. Sé que la gente habla mucho y habla mal. Los seres humanos somos así. Opinamos mal de los otros, estamos permanentemente en desacuerdo y debatiendo con otros, hablamos mal de las actitudes de otros. Insultamos a la madre, menospreciamos el trabajo, criticamos hasta el aspecto físico de nuestros semejantes.
¿Es evitable? No. Jamás.
Hay que evaluar el fenómeno en su justa medida, y, luego de ponderarlo, darle el sitio que se merece.
Esto tiene dos aspectos.
Por empezar, creo que actualmente somos alrededor de 6000 millones de seres humanos en el planeta. Arbitrariamente, se puede decir que de todas esas personas, al menos a la mitad no habremos de gustarles. La mitad de esos seres, o sea 3000 millones de almas, estarán en desacuerdo con nosotros, hablarán mal de nosotros, de nuestras opiniones, de nuestro trabajo y de nuestra madre. Lo que debemos hacer es dejar de gimotear y de angustiarnos cada vez que nos encontremos con uno de esos 3000 millones, y simplemente recordar eso: la persona pertenece a la mitad de mundo a la que no somos afines. Y eso no es culpa ni responsabilidad nuestra: es inevitable.
Así que... ¿Por qué angustiarnos por eso?
El segundo aspecto pasa por comprender que el prójimo es, al igual que nosotros, un animal dotado de cuerdas vocales, con un par de pulmones que expelen aire y de esa manera pueden producir sonidos. Esos sonidos son articulados en un lenguaje que comunica ideas de un conjunto de neuronas llamada cerebro.
¿De dónde surge que las ideas que ese ser ajeno a nosotros tenga sobre nosotros mismos sean más importantes que lo que cada uno piensa acerca de sí mismo?
Si yo sé quién soy, sé de dónde vengo y a dónde voy, difícilmente pueda afectarme, deprimirme, enojarme, llorar o agarrar la cabeza por lo que otro piense y diga de mí.
Podremos intercambiar opiniones, estar deacuerdo o no, pero si nos definimos a nosotros mismos a partir de lo que provocamos en los demás, entonces somos esclavos.
¿Quién es Dain? ¿Es lo que piensa y dice el conjunto de personas acerca de Dain, o es lo que él sabe y dice que es?
La respuesta más importante para uno mismo, y la única que puede protegernos del árido mundo exterior, ya se sabe cuál es.

Seguimos en la camioneta.

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