domingo, 20 de diciembre de 2009

Siempre hay un inútil que te arruina la guerra...


A finales de 1904, la flota del Zar Nicolás II inició una de las campañas militares de tintes más chuscos que jamás haya emprendido una flota naval.

Los barcos del Zar partieron de los puertos del Báltico rumbo al Pacífico (rodeando África) para castigar a los japoneses durante la Guerra ruso-japonesa.

El primer incidente sucedió en aguas británicas del Mar del Norte, al disparar sobre botes pesqueros a los que los rusos confundieron con ¡lanchas torpederas japonesas!, con el consiguiente ridículo internacional.

A su paso por el norte de África, uno de los barcos rusos se enredó con un cable submarino, y se vieron obligados a cortarlo, sin saber que se trataba de un cable de comunicaciones entre África y Europa, dejando ambos continentes incomunicados entre sí durante cuatro días (más rechifla internacional)

Por el camino, los rusos dispararon más de 300 obuses a un mercante sueco, un pesquero alemán y una goleta francesa, al confundirlos (otra vez) con buques japoneses.

Además, las enfermedades iban diezmando las tripulaciones durante la singladura. Por este motivo, desde uno de los barcos se hizo un disparo para honrar a los muertos e… ¡impactó en otro barco ruso!

Durante unas prácticas de tiro en alta mar utilizaron como blanco un buque destinado al desguace, comprado por el camino en un puerto africano.

Pues bien, el blanco quedó intacto… pero hundieron el buque ruso encargado de arrastrarlo.

Para terminar, cuando los barcos del Zar alcanzaron por fin las aguas niponas, fueron fácilmente derrotados por los japoneses en la Batalla de Tsushima (mayo de 1905), donde la flota rusa fue destruida o capturada en casi su totalidad, mientras los japoneses sufrían escasos daños.

Fuente: La Aldea Irreductible.

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