domingo, 1 de noviembre de 2009

Halloween, o mejor dicho el Día de los Muertos


Halloween, tiene un origen celta y se remonta a los rituales de los Druidas. La noche del 31 de octubre celebraban el inicio del nuevo año y el final del verano (ellos tenían solo dos estaciones), dando gran importancia a esa fecha porque era el momento del año en el que sus vidas cambiaban radicalmente. El ganado bajaba de las colinas donde había estado pastando durante el verano y la gente se resguardaba en sus casas durante las largas noches de invierno dedicándose a contar historias y a realizar artes manuales.

Esa noche también era propicia para examinar los presagios del futuro. Encendían grandes fogatas y dedicaban la noche a Samhain, el caballero de la muerte. Se sacrificaban animales con el fin de aprovisionarse para el invierno y, aparentemente, con el fin de protegerse de los malos espíritus ya que los celtas también creían que los espíritus de la muerte regresaban a sus moradas terrenales durante esa noche a pedir alimentos a los habitantes a quienes maldecían y hacían víctimas de sus conjuros si no accedían a sus peticiones.
El sentimiento de proximidad con los difuntos era tal que cualquier ser vivo podía descender al mundo inferior para comunicarse con ellos en una especie de confusión cósmica, lo que ha dado lugar al nacimiento de una multitud de leyendas al respecto. Durante esta noche los muertos podían estar entre los vivos, era el tiempo cuando el velo entre los mundos estaba más delgado y los vivos podían también comunicarse con sus seres queridos ya fallecidos.

Entre el 2000 y 1700 a. J.C. las tribus celtas se extendieron por lo que ahora conocemos como Gran Bretaña y Francia, y su cultura fue en parte absorbida por los romanos y luego por los pueblos sajones.
Hoy la celebración de la fiesta de Halloween carece de todo sentido religioso y su origen es prácticamente ignorado por la mayoría. Halloween se ha convertido en un motivo más de lucro comercial. Además la industria cinematográfica, tan aficionada a la explotación disparatada de cualquier acontecimiento ha convertido la noche de Halloween en sinónimo de muerte, asesinato y destrucción, contaminando con sus descabelladas versiones los ritos ancestrales de nuestros antepasados.

¿Entonces?
En todas las culturas existe el día "el día de Difuntos", pues en las culturas relacionadas con la tierra la muerte es vista como continuidad, permanencia y renovación. Todos la llevamos con nosotros, es nuestra compañera de viaje, nos alerta ante el peligro recordándonos a cada momento nuestra naturaleza mortal y limitada. Dentro de estas creencias se considera la muerte como el cambio de ciclo y la renovación, a semejanza de lo que ocurre en las cosechas.
Del otro lado del mundo celta, los aztecas en el mes de noviembre también celebraban la fiesta de los muertos, dedicada a MICCAILHUITTONITLI, con rituales en los templos en los que se ofrecen maíz y flores, encendiendo copas para preparar a los celebrantes en la conexión con el otro mundo, el de los dioses, con quienes residían los espíritus de los difuntos y para que ayudasen a sus seres queridos.
Para los mayas, El Hanal Pixan es la celebración en la que se mantiene el vínculo entre vivos y muertos a través de rituales con ofrendas de comida y bebida a las ánimas de los difuntos. Para la cultura Yakateca todo es vida y la muerte es parte de ella. No es el final, es el inicio perpetuo. La muerte nos precede y sucede; sin la muerte de nuestros antepasados no tendríamos vida. También tenían ritos similares los teotihuacanos, toltecas, nahuas, huaxtecos, totonacas, otomíes, purechas, mixtecos, zapotecas, etc. Incluso Japón tiene una fiesta similar.

Ancestralmente es el momento en el que la línea con el otro mundo es más delgada y la comunicación entre ambos resulta más fácil, de ahí la importancia de hacer un ritual para que nuestros antepasados nos ayuden a conseguir nuestros fines.

Por supuesto, hoy como ayer la Iglesia y muchos credos cristianos y grupos ultraconservadores execran todo lo vinculado con esta celebración. Por un lado, al igual que con otras creencias, la Iglesia incorporó la antigua festividad, pero tornándola en la "Fiesta de Todos los Santos". Por otro lado, buscando y publicitando la "maldad" de la celebración.
Afortunadamente las posibilidades y recursos de la "evangelización" ya no son los de antaño, por lo que hoy existen posibilidades de un retorno a las formas originales de espiritualidad, más cercanas a los orígenes, a los veraderos ciclos de la naturaleza, y a formas de pensamiento que incorporan la posibilidad de la muerte sin Infiernos ni Paraísos, sino como una necesaria continuidad en el ciclo de todas las cosas.

Sin olvidar que el ser humano debe ser libre de poder elegir y mantener sus creencias y respetar las de sus vecinos.

En la actualidad, por lo tanto, también hay gente que celebra un verdadero día de los difuntos, en rituales en los que están presentes la luz, los buenos recuerdos y una simbología adecuada para dar gracias de antemano por la ayuda que vamos a recibir.

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