Un ejemplar de Hypostomus commersoni, natural del litoral rioplatense, en mi acuario.
Mucha gente me preguntó acerca del por qué y del cómo de semejante acuario, o instalación como correctamente se llama, en mi casa.
Quitando la obviedad de "porque me gusta", he aquí algunos conceptos acerca de ese tema.
El año pasado hice dos cursos de acuarismo. "¿¿LO QUE??"... dirán algunos (varios ya lo dijeron...). "¿Hiciste un curso de seis meses para tener una pecera con peces?". Si. No uno, sino dos cursos, de dos instituciones distintas. Una la AAA (Asociación Acuariófila Argentina), y otra del KCA (Kili Club Argentina y la página El Acuarista).
Por un lado debo decir que históricamente mi familia, más bien mi padre, tuvo peces de colores. Y a mí me gusta la biología desde que tengo memoria. Siempre quise iniciar un buen proyecto en ese sentido, con un acuario de buen tamaño, para recrear algún biotopo específico pero muy bien armado. Por diversas causas un acuario que armé hace algunos años no pudo concretarse (mudanzas, etc). Ahora si puedo hacerlo, con la diferencia de que armé uno incluso más grande que el original...
El acuarismo, acuariofilia o acuariología, desde mi punto de vista tiene distintas formas de encararse. Tradicionalmente se trata de tener peces dorados a modo de "mascota" de los niños, generalmente como regalo de cumpleaños o cosa parecida, con alguna aspiración estética o, en el mejor de los casos, educativa. Normalmente se trata de peces que dentro de la actividad son considerados "duros" por su resistencia a las malas condiciones del agua, aunque esto por supuesto también es relativo.
Una segunda presentación del acuarismo viene de la mano de la decoración y la estética, donde se utiliza en comercios, oficinas, hoteles o despachos de ejecutivos como objeto de lujo y, a no dudarlo, gran belleza. Son generalmente instalaciones más o menos cuidadas dependiendo de la administración de turno, los vaivenes económicos o el ánimo de los propietarios. Algunas de ellas son verdaderas obras de arte, muros enteros de especies marinas que pasan silenciosas frente a nuestros ojos, mientras que otros son pequeños acuarios llenos de verdín bajo el mostrador de una heladería.
Así se ve, durante una hora cada noche, el acuario.
Pero es la tercer manera de entender el acuarismo la que yo busco y la que se encuentra en los que sostienen la actividad como un hobby pero que constantemente buscan actualizarse, informarse con un único fin: sostener en nuestra casa un pedazo de naturaleza lo más fiel y parecido posible a lo que puede hallarse en el estado salvaje. Y como quien persigue para leer todos los suplementos deportivos, mira todos los partidos de fútbol y discute apasionadamente sobre jugadores y directores técnicos, hay una gran cantidad de gente que hace lo mismo sobre... peces. Claro, no son solo peces. Son peces, plantas, invertebrados, filtros, aireadores, calidades de agua, termostatos, técnicas de reproducción, comportamientos, teorías de iluminación, microorganismos, fertilizantes, enfermedades, anatomía, cruzamiento y selección de ejemplares, precios, sustratos, algas, bacterias, volúmenes...
En el primer caso, el del niño a quien obsequian con un pez dorado dentro de un bulbo de cristal, poca suerte habrá para el pez, pero tal vez sea el inicio de un acuarista si el niño, alguna vez, se pregunta por qué su pez ha muerto.
En el segundo caso, poco hay que decir, ya que se explica por sí misma. Sería perfecta de no ser por el hecho de que la vida de los ejemplares en esos casos raramente suele tener el seguimiento de la misma persona, por lo que la suerte de la instalación nunca está asegurada, amén de que los peces dificilmente lleguen a reproducirse (lo cual es, en definitiva, el objetivo final de un acuarista).
Y por último, la vida del acuarista que nos ocupa, y quien humildemente escribe esto :P (o al menos, quien siempre quiso serlo). Desde lo personal, entiendo el acuarismo como algo sobremanera útil, sobre todo conforme a los tiempos que corren. Si un niño, guiado por un adulto, llega a comprender los mecanismos que entran en juego en un sistema biológico cerrado como lo es un acuario, mucho antes entenderá que su propio planeta es exactamente lo mismo, solo que es distinto cualtitativamente (es decir, es igual pero más grande).
Si una persona entiende y logra ver en acción los ciclos de la materia, el agua, los componentes nitrogenados, los detritos y restos de alimento, la influencia de la luz, las variaciones químicas del agua en función de los cambios que van ocurriendo en ese pequeño mundo... Si vemos y entendemos por qué en determinado volumen de agua solamente puede habitar una cantidad dada de ejemplares y no más, si entendemos la necesidad de la actividad de las plantas verdes, si mantenemos y fomentamos el trabajo de las bacterias aeróbicas y evitamos las anaeróbicas (y el por qué de esta elección, que no podría verificarse en la naturaleza), si aprendemos a dosificar la cantidad de alimento, sustrato, oligoelementos, en fin, si bajo su comando una persona logra equilibrar ese frágil sistema... Entenderá mucho acerca de los padecimientos de la humanidad. Los pasados, los presentes y los que nos esperan en el porvenir.
Y tal vez, si hubiese una pecera en cada escuela, una pecera en cada aula, comenzaríamos a revertir el terrible destino que nos estamos reservando como especie, al destruir el gran acuario en el que habitamos, llamado "planeta Tierra".
PD: el profesor P, contó en una clase cómo en una ocasión, para una expedición de colecta en el litoral argentino, regresó a buscar en un pequeño curso de agua, una rara y vistosa especie de pez que todavía no había sido descrita por la ciencia, y que había visto dos años antes. Pero al volver al lugar, se encontró con que el curso de agua ya no estaba, pues una ruta nacional pasaba por el antiguo lecho del arrollo.
Ni la ruta ni el agua tienen la razón, pero es nuestra ignorancia la que está equivocada.
Seguimos en la camioneta.